Cuento publicado en “Historia universal de la infamia” año 1935. Un contexto atravesado por la década infame, una herida que dio paso a fraudes electorales, un gobierno militar y a una economía devastada. Lo cual nos lleva hacia una conexión con la historia de Rosendo Juárez, un guiño hacia la historia de Argentina.
En el cuento, la esquina representa
un punto de encuentro, donde se hayan historias jamás contadas o quizás... mal
contadas. Un espacio donde el tiempo corre al observar la ciudad, sus personajes
típicos harán de él historias donde el lenguaje popular intensifica el
argumento de las anécdotas, como parte de las mismas. La esquina implica
movimiento, un ir y venir, entre el día y la noche. Aquí es donde surgen las
imágenes de los personajes populares y su respectiva reputación. Borges aborda
la escritura literaria como elemento espacial y temporal. Es por eso que busca
lugares donde el tiempo se condensa y se comprime.
Por otro lado, la figura de Rosendo
Juárez, el Pegador, es la de un compadrito. “Los mozos de la Villa le
copiábamos hasta el modo de escupir” dice el primer narrador. El cual afirma
con aires de grandeza la falta de experiencia de sus oyentes con respecto a los
hechos ocurridos en el relato. Esta posición de oyente, más adelante veremos
que la toma el mismo escritor, Borges. Por otro lado, Rosendo era un hombre
admirado por su coraje y su destreza como cuchillero, atributos que lo llevaron
a ser un “verdadero hombre” para la sociedad. Quien surge a través del relato
mítico, el tango. La voz de los suburbios y de lo prohibido. El compadrito se
refugiará entre el baile, la noche y la sangre, la única vida que ha conocido
pues el destino lo hizo guapo.
El narrador inicial es quien tiene
la voz de aquella esquina, al sentirse escuchado por sus oyentes, experimenta
un sentimiento de poder, autoridad y saber. Demostrando tener la veracidad de
los hechos, pero es posible que haya una manipulación sobre la historia,
utilizando el lenguaje popular como medio, el lunfardo. En lo personal creo que
aquí se encuentra un primer guiño hacia la década infame haciendo conexión con
hechos de fraude y la centralización de poder de un gobierno militar. Luego más
adelante nos presenta la disputa de territorios entre los guapos del Norte y
los del Sur. Lo cual nos demuestra un paréntesis ante la llamada del norteño,
Francisco Real, para pelear contra Rosendo. Mientras que el mismo, era un guapo
del Sur. Es importante pensar qué significado tiene el Sur en el mundo
borgeano. Como elemento literario hace referencia a la muerte y a la felicidad,
quizás una nueva historia por comenzar, la búsqueda de una nueva vida
sepultando al “yo” del pasado. Pero esto se analizará más adelante en “La
historia de Rosendo Juárez”.
Continuando con el primer narrador,
el compadrito, se observa un sentimiento de furia por el acto de cobardía de
Rosendo. Expresa, “Sin embargo, una noche nos ilustró la verdadera condición de
Rosendo”. Entonces, decide terminar lo que Juárez no pudo hacer, matar al
Corralero para restablecer el valor perdido. Un atributo que se gana con
aires de fanfarrón que emerge de la traición y la violencia. Mientras que el
segundo narrador, Borges aquél oyente sin experiencia ante la realización de
los hechos, reflexiona acerca de su origen. Conduciendo siempre a un por qué
hacia la existencia humana, lo que lleva a la conclusión de que no somos nadie
en este mundo. La eternidad no existe más que momentáneamente y en nuestra
mente. La vida es efímera, el placer y el dolor también. “Agarró el lado más
oscuro, el del Maldonado; no lo volví a ver más” quizás la condición de
orillero limite su perspectiva sobre los espacios, es probable que la oscuridad
se sitúe en el mismo almacén y no en Maldonado, ya que el hombre rechaza y teme
a aquello que desconoce. “...yo era apenas otro yuyo de esas orillas, criado
entre las flores de sapo y osamentas.”.
Esta frase final, nos permite
adentrarnos hacia la continuación de este relato. “Historia de Rosendo Juárez”
cuento publicado en 1970 en “El informe de Brodie”. Año en el que Argentina se
encontraba el “Proceso de Reorganización Nacional” a cargo de Juan Carlos
Onganía. Aquí podemos observar el paso del tiempo, el avance del modernismo.
El primer narrador es el autor, un
Borges ficticio quien pasa a ser un oyente de Rosendo, el cual va a enmendar
la verdad a través de la escritura. “Serían las once de la noche; yo había
entrado en el almacén, que ahora es un bar...” expresa Jorge Luis, determinado
el tiempo y espacio donde él mismo se encuentra. Recordando a la antigua Buenos
Aires, la cual solo permanece en su memoria. El encuentro permanece en el año
1930. El tiempo marca cambios y Borges presenta el duelo de sus recuerdos a
través de la escritura. En el cuento, almacén ahora es un bar, lo que implica
la falta de cuchillos y duelos, aunque la violencia sigue vigente desde el
poder en manos de una dictadura cívico-militar. Se puede observar una mutación
de una historia atravesada por la sangre del pasado.
El segundo narrador es Rosendo
Juárez, quien le cuenta a Borges la verdad de lo ocurrido aquella noche cuando
el Pegador se transformó en cobarde en el primer relato. “Durante años me hice
el Moreira, que a lo mejor se habrá hecho en su tiempo algún otro gaucho de
circo” expresa Rosendo. Aquí da cuenta de su posición como un orillero del
espectáculo, al que el arrabal lo aclamaba por su condición de fanfarrón
farandulero. Un hombre a quien todos respetaban por manchar su historia con
sangre. Cuando Rosendo se va del almacén, se va a Uruguay, luego regresa a
Buenos Aires, en San Telmo donde expresa que “ha sido siempre un barrio de
orden”.
Este personaje se aleja de su
posición de hombre corajudo del Sur, reflexiona y se da cuenta de que no valía
la pena continuar con esa vida. Al observar a su rival expresa “...me vi como
en un espejo y me dio vergüenza". En el mundo borgeano, los espejos
reflejan los sectores alucinantes de la misma, quizás es por ello que muchos
personajes de Borges experimentan una revelación ante la vida que llevan. El
reflejo actúa como una puerta hacia la realidad, el yo y el otro yo, y en ella
la disputa entre la verdad y la mentira. Por otro lado, es importante destacar
la posible vivencia de Rosendo a través de los tiempos. En lo personal, a esto
lo observo en los años de publicación de los cuentos. Entre lo transversal, lo
posible y la existencia de otros mundos, junto con el yo de cada tiempo. En el
primer cuento el final avanza sobre un narrador que cuestiona el ser actual de
los personajes. El “no somos nadie” se sujeta a la determinación de un sujeto,
como emergente de los suburbios. La sociedad construyó a este personaje. “La
policía y el partido me fueron criando forma de guapo; fui un elemento
electoral de valía en atrios de capital y de la provincia” dice Rosendo,
sintiéndose acorralado de su pasado. Él había visteado con Garmendia, a quien
mató en su primer duelo. Dando inicio a su reputación, su nombre, el respeto y
la presión policial. Quizás el personaje solo estaba sumergido entre la
autoridad que ejercía su nombre, pero en el fondo sabía que al observar al
norteño su imagen no era la que él percibía, sino la de un fanfarrón corajudo.
“Yo iba por la derecha del callejón y él iba por la izquierda” así es como se
determina la barrera entre el norte y el sur, donde la realidad borgeana se
muestra a través reflejo.
Es así como el fin conduce de
Maldonado a San Telmo, un barrio donde la nostalgia del arrabal se encuentra en
cada sitio. Reviviendo el relato de una historia a través del tango, desde una
raíz infame.
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