Evaristo Carriego, poeta criollista amigo de Jorge Guillermo Borges. Aquellos encuentros frecuentes en el hogar de la familia de su amigo serán claves en los recuerdos del escritor, Jorge Luis Borges.
En 1930, en medio de un año desequilibrado y
frágil, el escritor hace un giro en su escritura. Dejará la poesía para
dedicarse al ensayo. Esta decisión lo conecta inevitablemente con su pasado
vinculado al barrio mítico de Palermo. Aunque claramente el libro se enfrenta a
la pregunta que responderá el mismo dentro del desarrollo, “... ¿cómo fue aquel
Palermo o cómo hubiera sido hermoso que fuera? ...”. Esta pregunta actuará como
disparador dentro del objetivo final de su obra, en donde la política, la
imagen del cultor de coraje y las expresiones populares a aquel barrio mítico.
El guapo: Un
tipo de barrio, quien se pasea por las calles con aires de coraje e
insensibilidad. Sabe muy bien donde está parado, ya que la fuerza política
actúa desde sus entrañas otorgándole protección. Mientras que el guapo, como
hombre de palabra, desarrolla sus actividades con una mirada estoica y llena de
coraje. Pero aún bajo condiciones no se deja arrear, es él quien tiene el
control y por eso el barrio le admira. Un hombre de coraje y fuerza quien,
según Borges, es el fiel reflejo de Juan Moreira o Santos Vega. Quienes fueron
respetados ante la sociedad gauchesca y que, producto de sus actos, fallecieron
en su ley. Uno apuñalado hasta la muerte, otro en asesinado por las palabras de
un payador que lo derrotó.
El truco:
Desde la perspectiva de la obra, es visto como las formas de expresión popular
la cual puede costar la vida. Un juego donde el procedimiento se basa en la
memoria, la mentira y su exposición. De manera que, las cartas sobre la mesa
marcan el destino final del juego. Borges inevitablemente y de manera
metafórica expresa su sentimiento sobre la década infame, donde las jugadas
pérfidas sobre la sociedad marcaron un antes y un después en la vida social,
política y económica de la misma. Donde las cartas sobre la mesa dan cuenta de
la ambición en un plano fuera del mundo real.
Inscripciones de los carros: En
lo personal, creo que Borges en este texto expone su mirada directamente hacia
las calles de Buenos Aires. Observa las inscripciones de los carros como un movimiento
cultural originado en los suburbios. El criollo es quien lo utiliza y pone en
movimiento, marcando con sus pasos la historia de una época. Las inscripciones
pueden responder a una leyenda, al hecho de permanecer en el tiempo para ser
recordado. Al menos, en la memoria del arrabal.
Así observamos la mirada de Borges en 1930.
Dedica sus escritos hacia los límites de la ciudad, entre lo que para la
sociedad está bien o está mal. Pero ambos extremos permanecen en el tiempo pese
a la modernidad. El costumbrismo urbano y las orillas, harán que el escritor
recuerde lugares, juegos o pasatiempos. Logra expresar la nostalgia de su
pasado y las emociones que le produce el presente. Siendo la literatura el
camino, no hay nadie más orillero que Jorge Luis Borges.
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