“Una poética de la ficción” de Beatriz Sarlo.
Beatiz Sarlo, periodista, escritora y
ensayista argentina, profundiza su mirada hacia la ficción en el mundo
borgeano. El cual da sus primeros pasos en revistas y periódicos con cuentos
cortos que luego serán reunidos en un libro. Las escrituras de Borges son
siempre un viaje en la literatura argentina, el sentimiento de los cambios
constantes del presente, que van desdibujando el pasado. Lo cual lo lleva a
convertirse un escritor canónico por anomalía.
“Borges produce un giro en la literatura
argentina precisamente porque, antes de 1935, ya había hecho sus cuentas con
los modernistas y establecido una relación original con la tradición criolla
del siglo XIX” expresa Beatriz. El escritor aborda sus ficciones desde una
laboriosa mirada hacia la herencia criolla y extrajera. Sus prerrogativas se
muestran en los nombres propios de las ficciones, así como el acto de la
imaginación, la cual permite volver a elegir la propia patria. “Para él
Argentina es una condición, no una condena”. A partir de allí, construye muchos
de sus cuentos desde la perspectiva de lo fantástico mediante objetos
auto-inclusivos. Utilizando relatos enmarcados. Mientras que la identidad de
sus personajes aparece de modo extremo y problemático. La escritura de “Menard,
autor del Quijote” responde al concepto de identidad como problema, ya que es
idéntico y a la vez diferente con Cervantes. “En las similitudes y diferencias,
no solo funda una paradoja de Menar, sino que, critica el hecho de que dos
cosas puedan parecerse hasta ser idénticos. Esto abre la idea ficcional de “el
otro Quijote”, ente cuestiones filosóficas y culturales.
A su vez, también utiliza objetos de carácter
fantástico. Un ejemplo son objetos paradójicos de índole maravillosa como el
Zhair o el Aleph. Donde el primero se potencia de imponerse a quien tuvo la
desgracia de recibirlo, mientras que el otro tiene no se impone, sino que tiene
que ser encontrado.
Los objetos y los espacios de Borges no dejan
de plantear conflictos por su cualidad paradójica. “Solo Borges reúne, en pocas
líneas, a los gnósticos con los almacenes del barrio sur; al Zahir con el
vuelto recibido por una caña bebida en el mostrador, de madrugada”. Como
elemento utiliza el oxímoron para desclasificar y reclasificar, arraigado a la
idea de la contradicción de las palabras, ya que en la lengua no hay dos
palabras unidas de modo inseparable. Entre las paradojas de un mundo primitivo
que se mezcla con el mundo moderno. Es por eso que lo escrito por Borges es
siempre conflictivo.
Las transformaciones del imaginario
criollista a partir del siglo XIX al XX, son fundamentales para Borges. Ya que
percibe el cambio de la ciudad, vinculado con el modernismo, y lo convierte en
relato. El escritor constantemente captura momentos a partir del costumbrismo
urbano y el arrabal. Llevando su escritura hacia personajes marginales,
criminales, violentos, imprudentes, etc.; los cuales se presentan en un
escenario hostil cubierto de violencia. “La operación de Borges sobre los
géneros menores – como la de Chesterton, a quien Borges admiró
invariablemente-, es volver insólitos algunos de sus mecanismos o de sus tipos:
así, el clásico duelo intelectual entre criminal y detective se convierte en un
ejercicio sofisticado de la paradoja filosófica”.
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