lunes, 29 de junio de 2020

Borges, desde la mirada de Beatriz Sarlo.

Una poética de la ficción” de Beatriz Sarlo.

Beatiz Sarlo, periodista, escritora y ensayista argentina, profundiza su mirada hacia la ficción en el mundo borgeano. El cual da sus primeros pasos en revistas y periódicos con cuentos cortos que luego serán reunidos en un libro. Las escrituras de Borges son siempre un viaje en la literatura argentina, el sentimiento de los cambios constantes del presente, que van desdibujando el pasado. Lo cual lo lleva a convertirse un escritor canónico por anomalía.

“Borges produce un giro en la literatura argentina precisamente porque, antes de 1935, ya había hecho sus cuentas con los modernistas y establecido una relación original con la tradición criolla del siglo XIX” expresa Beatriz. El escritor aborda sus ficciones desde una laboriosa mirada hacia la herencia criolla y extrajera. Sus prerrogativas se muestran en los nombres propios de las ficciones, así como el acto de la imaginación, la cual permite volver a elegir la propia patria. “Para él Argentina es una condición, no una condena”. A partir de allí, construye muchos de sus cuentos desde la perspectiva de lo fantástico mediante objetos auto-inclusivos. Utilizando relatos enmarcados. Mientras que la identidad de sus personajes aparece de modo extremo y problemático. La escritura de “Menard, autor del Quijote” responde al concepto de identidad como problema, ya que es idéntico y a la vez diferente con Cervantes. “En las similitudes y diferencias, no solo funda una paradoja de Menar, sino que, critica el hecho de que dos cosas puedan parecerse hasta ser idénticos. Esto abre la idea ficcional de “el otro Quijote”, ente cuestiones filosóficas y culturales.

A su vez, también utiliza objetos de carácter fantástico. Un ejemplo son objetos paradójicos de índole maravillosa como el Zhair o el Aleph. Donde el primero se potencia de imponerse a quien tuvo la desgracia de recibirlo, mientras que el otro tiene no se impone, sino que tiene que ser encontrado.

Los objetos y los espacios de Borges no dejan de plantear conflictos por su cualidad paradójica. “Solo Borges reúne, en pocas líneas, a los gnósticos con los almacenes del barrio sur; al Zahir con el vuelto recibido por una caña bebida en el mostrador, de madrugada”. Como elemento utiliza el oxímoron para desclasificar y reclasificar, arraigado a la idea de la contradicción de las palabras, ya que en la lengua no hay dos palabras unidas de modo inseparable. Entre las paradojas de un mundo primitivo que se mezcla con el mundo moderno. Es por eso que lo escrito por Borges es siempre conflictivo.

Las transformaciones del imaginario criollista a partir del siglo XIX al XX, son fundamentales para Borges. Ya que percibe el cambio de la ciudad, vinculado con el modernismo, y lo convierte en relato. El escritor constantemente captura momentos a partir del costumbrismo urbano y el arrabal. Llevando su escritura hacia personajes marginales, criminales, violentos, imprudentes, etc.; los cuales se presentan en un escenario hostil cubierto de violencia. “La operación de Borges sobre los géneros menores – como la de Chesterton, a quien Borges admiró invariablemente-, es volver insólitos algunos de sus mecanismos o de sus tipos: así, el clásico duelo intelectual entre criminal y detective se convierte en un ejercicio sofisticado de la paradoja filosófica”.


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